miércoles, 30 de octubre de 2013

LA MÚSICA EN EL PROCESO DE DESARROLLO ECONÓMICO

La importancia de la música como piedra angular de la vida cultural en los países en vías de desarrollo es claramente perceptible . La producción de música popular local arranca de una larga tradición cultural y se ha convertido, en muchos países en desarrollo, en un sector significativo de la economía, como consecuencia de una mayor difusión de la música en vivo, del desarrollo de la radiodifusión local y nacional, de la creación de estudios de grabación y, por último, para ciertos músicos, del acceso al mercado internacional. La música local popular no es un fenómeno estático que continúa circunscrito a un contexto local específico, sino una práctica cultural dinámica "unida a la problemática de la comunicación de masas, de la cultura y de la democracia, y lejos de toda política inspirada en un nacionalismo cultural trasnochado" .


Para comprender el papel de la música en el desarrollo económico es necesario analizarla en términos económicos, de forma que se pueda aplicar a todos los niveles de desarrollo, desde el más primitivo al más avanzado. Hay dos formas de interpretar la música como un fenómeno económico.
La primera es que la música se puede considerar como una forma de capital cultural es decir, como un medio de almacenamiento y transmisión de valores culturales. En este sentido, el conjunto del repertorio musical de una comunidad, de un grupo, de una nación, o de toda la humanidad, aparece como un elemento fundamental del patrimonio cultural, que se transmite de generación en generación. Este capital puede incrementarse con nuevas inversiones y puede dilapidarse por negligencia. Al igual que otras formas de capital, la música está muy influida por los cambios tecnológicos, sobre todo por los efectos de la tecnología en los modos de producción, distribución y consumo. Como todo capital, la música tiene un valor económico que se puede medir utilizando los patrones económicos habituales y que se añade a (pero que no es independiente de) su valor cultural, medido según los criterios que sean pertinentes en un discurso cultural determinado.
La segunda es que la música se puede considerar, en términos económicos, simplemente como un bien de consumo con las características anteriormente descritas. Dicho de otra forma, aun permaneciendo principalmente como un bien público inalienable, la música se puede utilizar también como medio de obtener ganancias económicas en tanto en cuanto se puedan reivindicar y aplicar los derechos de propiedad sobre determinadas composiciones e interpretaciones. En el contexto del desarrollo, considerar la música como un bien de consumo permite entenderla no como mera forma de expresión cultural sino también como un instrumento de desarrollo económico, lo que proporciona la clave para entender su papel potencial en dicho proceso.


El proceso de desarrollo económico se ha caracterizado de diferentes formas en la teoría económica , pero generalmente supone el paso del nivel de subsistencia al nivel de modernidad. La producción de música con fines lucrativos puede ofrecer un acceso relativamente fácil a un cierto número de individuos y grupos a la economía monetaria. Ya poseen las competencias necesarias, y las necesidades de capital y otros obstáculos iniciales son relativamente bajos. En general, un individuo o un grupo empieza con actuaciones en vivo remuneradas, y, si tiene éxito y persevera, puede que sus actuaciones se transmitan por radio o se graben para el mercado local. En muchos países en desarrollo han aparecido pequeñas casas discográficas a lo largo de los años, que sirven a las emisoras de radio y a los comercios locales . Como no suele haber legislación eficaz sobre derechos de autor, los costes para los usuarios son bajos y como es lógico también son los ingresos de los compositores e intérpretes.
Tarde o temprano, sin embargo, estas jóvenes industrias locales de los países en desarrollo sufrirán la influencia del mercado internacional por dos caminos. En primer lugar, el sector de producción de la industria de la música en estos países se ha convertido en un blanco cada vez más apetecible para las grandes empresas discográficas transnacionales. En segundo lugar, la demanda de los consumidores por el tipo de música que circula en el mercado internacional crece a medida que esa música que circulan en el mercado internacional crece a medida que esa música se hace cada vez más accesible, y a medida que crece el nivel de renta y los gustos cambian; de este modo, la proporción de música producida localmente frente a la demanda musical total en un país tiende a disminuir al aumentar el desarrollo. Estas observaciones vienen confirmadas por las estadísticas de la industria de la música. En el extremo menos desarrollado del espectro figura un número de países (incluyendo muchos de África) que tienen un mercado discográfico demasiado pequeño y un nivel de piratería demasiado alto para que puedan ofrecer rentabilidad económica a las empresas internacionales; además, la vida musical en esos países se basa más en otros modos de producción y distribución, como las actuaciones en vivo, por lo que resulta menos atractiva para las empresas discográficas. Los países en desarrollo más grandes y aquellos cuya renta per cápita va en aumento, se van integrando gradualmente en la industria musical internacional; el porcentaje de repertorio doméstico en el total de las ventas de discos (y el nivel de piratería) tiende a disminuir, a medida que se van alcanzando mayores niveles de desarrollo económico. Las cifras publicadas por Music Business International  muestran que, entre los aproximadamente 709 países que participaban en el mercado musical internacional en 1994, unos quince países, de los veinte con mayores cuotas de música doméstica en sus ventas de discos, se podían catalogar como países en desarrollo, con un nivel medio de piratería del 25%. Por el contrario, prácticamente todos de los veinte mercados más internacionales eran países desarrollados, con niveles de piratería inferiores al 5%.
Por tanto, la expansión de los mercados de la música en los países en desarrollo es el resultado principalmente de un aumento del consumo de música europea y estadounidense; en otras palabras, el flujo internacional de música se orienta principalmente de los países desarrollados a los países en desarrollo, y no a la inversa.

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